Una Escuela que forma en valores fundamentados en la determinación de su ideario o Carácter Propio ha de cuidar que la actividad docente se desarrolle en las mejores condiciones, muchas de las cuales poco tienen que ver con los recursos materiales, equipamientos o espacios. Entre esas importantes condiciones está la de la convivencia, elemento esencial dentro de todo Proyecto Educativo.

Aprender a convivir constituye una de las condiciones que posiblemente tenga más relación con el éxito de la enseñanza y el aprendizaje. En este sentido, es fundamental para la tarea de educar enriquecer el Proyecto Educativo del Centro con una formulación conforme a nuestro ideario del modelo de convivencia que queremos vivir y, por tanto, trasmitir a nuestros alumnos/as en su proceso de formación y aprendizaje
porque con ello estamos haciendo una opción por la capacidad de aprender del ser humano y su pleno desarrollo.

Nuestro MODELO DE CONVIVENCIA, como Escuela Salesiana, se inspira en la experiencia educativa desarrollada y propuesta por Don Bosco y por Madre Mazzarello, en el Sistema Preventivo:

o Éste se basa en la razón, es decir, en apelar a la capacidad de razonar del alumno/a para ayudarle a descubrir los valores, actitudes y comportamientos que son positivos para la convivencia con el resto de miembros de la Comunidad Educativa y con la sociedad en general. Para ayudar a todo ello, procuramos crear un ambiente educativo donde los valores propuestos puedan ser vividos.

o Pensamos que la eficacia educativa no está en el vigilar e imponer, sino en el acompañar y aconsejar. Es lo que conocemos en nuestro ambiente como la asistencia salesiana. Es decir, la presencia activa del educador/a – profesor/a en medio de los jóvenes.

o Creemos en la necesidad de generar una relación de confianza y respeto entre el alumno/a y el educador/a – profesor/a con vistas a conseguir un clima de convivencia adecuado.

o Optamos por un modelo de convivencia en el que valoramos como importante no tanto el castigo que se va a imponer y la satisfacción del daño causado como el aprendizaje positivo que el infractor va a realizar a partir de esa situación contraria a la convivencia.

o Fundamentado nuestro método educativo en un profundo humanismo cristiano, creemos en las capacidades de bien y en la bondad esencial de todo ser humano. Pensamos que esto es así incluso entre aquellos jóvenes con menos habilidades sociales. Dirigimos, por tanto, una mirada comprensiva, a la vez que exigente, hacia las situaciones de conflicto que se pudiesen generar buscando siempre el crecimiento y la maduración de la persona.

o Confiando en la capacidad de las personas para cambiar y mejorar, evitamos recurrir a la represión y al castigo sin razón ni justicia. Entendemos, por tanto, que las medidas correctoras en situaciones de conflicto y ruptura de la convivencia son el último mecanismo de un largo proceso a través del cual procuramos prevenir esas situaciones. Cumplimos así el deseo de Don Bosco de no castigar nunca, sino después de haber agotado otros medios. o Inspirados en la acción y praxis del propio Don Bosco, en las situaciones que requieren de una
acción correctiva más severa, procuramos hacerlo en privado siempre que sea posible, garantizando así la dignidad de la persona y evitando situaciones de humillación o de trato denigrante que, en ocasiones, se deriva de tratar en público ciertas acciones.

o En nuestra actuación individual, nos esforzamos por abordar los conflictos de tal manera que la corrección impuesta no nos incapacite ante el alumno/a para hacer el bien.

o Otro criterio inspirador de nuestro modelo de convivencia es el recurso a la prudencia, es decir, al no precipitarnos personal e institucionalmente en la aplicación de alguna acción correctiva. Es necesario “escoger para corregir el momento oportuno” y no dejarnos llevar por el capricho o el enfado del momento. Sólo la razón, dirá Don Bosco, tiene derecho a corregir. Actuando con este criterio, además, daremos tiempo al joven para reflexionar sobre sus actos y reconocer su error; para entrar dentro de sí y calibrar las consecuencias de sus actos; para que, en definitiva, comprenda la justicia de la acción correctiva que se le vaya a imponer.

o Tenemos presente que este sistema necesita y exige de los educadores-profesores un esfuerzo personal para ser modelos que los jóvenes quieran y deseen imitar. No es sencillo lograr su respeto y el que nos hagan caso recurriendo siempre al trato amable: se necesita más tiempo que otro tipo de métodos represivos. Pero sí es más beneficioso para ellos, los auténticos protagonistas de lo que hacemos. El educador/a – profesor/a procurará así ser siempre un punto de referencia, una persona integra que invite a ser seguida en sus palabras, costumbres, actos,…

o Nuestro modelo de convivencia y toda normativa, mecanismo o herramienta de aplicación del mismo tendrán en cuenta siempre y promoverán el respeto de los valores y principios que emanan del Evangelio así como de los derechos y deberes de los miembros de nuestra
Comunidad Educativa.

Colegio Mª Auxiliadora - Valverde
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