¿POR QUÉ Y PARA QUÉ?

La primera respuesta al por qué y para qué innovar y actualizar es, para nosotros, intrínseca a nuestro carisma y está enraizada en el mismo desde su origen: la experiencia educativa de Don Bosco y de María Mazzarello, que soñaron un futuro mejor para los niños y los jóvenes y que, adelantados a su tiempo, supieron dar respuesta a sus necesidades con el Sistema Preventivo, una aportación original a la acción educativa basada en la razón, en la religión y en el amor.

La segunda razón que justifica esta necesidad de innovar y de actualizar la encontramos en cómo es entendida hoy la finalidad de la educación: alcanzar el máximo desarrollo de las capacidades del ser humano en todas sus dimensiones, integrando su condición de sujeto individual y social. Tal como se señala en el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional presidida por Jacques Delors (1996): “En todo el mundo, la educación, en sus distintas formas, tiene por cometido establecer entre los individuos vínculos sociales procedentes de referencias comunes. Los medios empleados varían según la diversidad de las culturas y las circunstancias, pero en todos los casos, la finalidad principal de la educación es el pleno desarrollo del ser humano en su dimensión social”.

Tampoco podemos olvidar que la inclusión en el sistema educativo de las competencias marca un antes y un después en lo que deben ser los objetivos de la misma para con los alumnos. De acuerdo con la OCDE, DeSeCo (2005), “Una competencia es más que conocimientos y destrezas. Involucra la habilidad de enfrentar demandas complejas, apoyándose en y movilizando recursos psicosociales (incluyendo destrezas y actitudes) en un contexto en particular”. Es indudable que para lograr que nuestros alumnos sean competentes la necesidad de actualizar nuestras escuelas en sus diferentes ejes resulta indispensable.

Añadamos a lo anterior que como fundamentos de la educación para el siglo XXI, avalados por las evidencias de estudios y experimentos internacionalmente reconocidos, contamos con los 4 pilares de la educación (Informe DELORS. UNESCO 1996) y los 7 principios del aprendizaje (The Nature of Learning, Using research to inspire practice. OECD 2010).

Pero no podemos ni debemos quedarnos ahí, y siguiendo el ejemplo de nuestros fundadores es necesario que sigamos avanzando, actualizando e innovando en nuestras escuelas. Inspirados por ellos y nuestro carisma, nuestras escuelas salesianas han de ser referentes en el mundo de la educación como escuelas del siglo XXI y han de convertirse en lugares privilegiados de aprendizaje y de crecimiento para todos y cada uno de nuestros niños y jóvenes.

 

¿QUÉ INNOVAR?

Los ejes de innovación que centran nuestra transformación constante y que constituyen realidades interrelacionadas son:

  • Cultura: en este eje abordamos, especialmente, aquellos aspectos de la vida cotidiana de nuestra escuela que marcan su ritmo, la «manera de hacer las cosas» y que condicionan todo su quehacer.
  • Enfoque metodológico: en este eje ponemos el acento en aquellos aspectos más estrictamente ligados con los procesos de enseñanza-aprendizaje y a cómo los abordamos en nuestras escuelas.
  • Liderazgo: el liderazgo en nuestras escuelas será fundamental para que los procesos de actualización avancen con sentido y coherencia y este liderazgo cuenta con unas características muy específicas y un marcado carácter pedagógico.
  • Estructuras y organización: nuestras estructuras y la manera en la que nos organizamos (tiempos, espacios, equipos…) tendrán que estar siempre al servicio de la actualización y no al contrario.
  • Animación pastoral: nuestras escuelas tienen lo que llamamos ‘alma pastoral’. Y porque creemos en la profunda vinculación de educación y evangelización, los procesos pastorales no pueden mantenerse al margen de los cambios y de las actualizaciones que buscamos.